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La Atalaya

Ensayo, Nuevo

NO A LA GUERRA

No a la guerra

No a la guerra

Un movimiento contra la guerra (también conocido como antiguerra o antibélico) es un movimiento social, usualmente en oposición a la decisión de una nación en particular de iniciar o llevar a cabo un conflicto armado, incondicional de una causa justa tal vez existente.

El término también puede referirse al pacifismo, que es la oposición a todo uso de la fuerza militar durante los conflictos. 

Los activistas contra la guerra trabajan a través de la protesta y otras bases para intentar presionar a un gobierno (o gobiernos) para que ponga fin a una guerra o conflicto en particular.

La casa intacta

Otra vez tambores de guerra. En lugares lejanos (lejanos, aún cuando se formalicen a dos metros de nuestra propia casa) se decide sobre la vida y la muerte de cada una de nosotros. Allí, en aquellos lugares lejanos, se esgrimen razones que nos resultan, a los comunes mortales, inalcanzables: geoestrategia, equilibrio de fuerzas; orden mundial…Lugares y razones lejanas… y ajenas. 

La Historia de Occidente ha conocido dos grandes momentos de Emancipación. El primero, cuando algunos individuos quisieron saber qué son las cosas, cerrando los oídos a la tradición: la primitiva filosofía. Una inmediata liberación de energía creadora (poiética, poética) golpeó los muros del pensamiento mágico y por sus grietas chorreó la corriente que aún nos inunda; el pensamiento científico. 

El segundo supuso el empujón casi definitivo. El ser humano se imaginó a sí mismo sin Dios; y encontró la verdad primigenia, radical; sin Dios afirmó “pienso, luego existo”. La fuerza entonces liberada conmovió los cimientos del mundo,y los mismos reyes perdieron su aval divino, barrido
por el vendaval racionalizante.

El más poderoso mito sigue intocado, incuestionado: el Poder del todo sobre la parte; la sumisión del individuo a la manada.

Estudiante parando tanques

El derecho de disponer de nuestras particulares, inintercambiables vidas en manos de la Autoridad del Grupo es la fortaleza a la que apunta la tercera emancipación que ya asoma.

Una comunidad de sujetos soberanos, liberados de todo resto de superstición trascendente se está forjando, sigilosa y tenaz. No aísla a sus componentes en un magma de átomos chocando violentamente, en pugna ciega por ocupar el mismo espacio, sino que se intrincan en una tupida, elástica red de comunicantes que se reconocen iguales, precisamente en sus infinitas variaciones.

Entonces ya no será posible ahogar el más leve gemido de dolor del más humilde habitante del planeta, sacrificado en el altar de ningún dios, aunque se oculte bajo los intimidantes nombres de “equilibrio mundial”, “progreso”,o “civilización occidental”. 

Esa red, tupida y elástica, la llamo Internet y desde aquí grito:¡No a la guerra!

Beso que simbolizó el fin de la Segunda Guerra Mundial

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