Maggie Dickson
Maggie Dickson
Esta historia se sitúa allá por el siglo XVIII, concretamente en 1720. Y su protagonista Maggie Dickson, es conocida a causa de las múltiples desgracias que acontecieron durante su vida.
Maggie Dickson era una chica de Edimburgo, de clase media. Se casó a temprana edad con un pescador que le prometió una vida relativamente buena y estable, pero el hombre con el que se casó no la amaba realmente y terminó por abandonarla.
La Medio Colgada
En la Escocia del siglo XVIII el matrimonio sólo se contemplaba hasta que la muerte separara a los cónyuges en cuestión, pero el marido podía abandonar a su esposa con cero unidades de problemas. Vaya.
Pues esto fue lo que le pasó a Maggie Dickson en Edimburgo en 1723. El caso es que no debía ser fácil seguir adelante con tu vida siendo una mujer abandonada —ni siendo una mujer en general probablemente—, así que Maggie se fugó de la gran ciudad.
Llegó a una pequeña localidad llamada Kelso, donde encontró trabajo y un nuevo amor. Parece que las cosas se van encauzando, pero no, porque mezcló negocios y placer. Trabajaba como cocinera en una posada y mantenía una aventura exótica con el hijo del/a posadero/a —aquí la historia no está clara—. Para más inri, su amante acababa de salir de la prepubertad, siendo ella ya una mujer madura para la época.
Olía a tragedia que alimentaba, pero Maggie estaba encantada siendo una sugar mommy tras su nefasto matrimonio.
Foto actual del pub Maggie Dickson
Igual que todos los caminos conducen a Roma, todos los escarceos adúlteros entre fogones del siglo XVIII conducen a bebé a bordo. Al darse cuenta Maggie de que el fruto del pecado estaba calentando para salir, decidió ocultar el embarazo. En primer lugar, porque recordemos que estaba casada y aunque su señoro la abandonara, la ilegal era ella; en segundo, para conservar el trabajo; y en tercero, porque su joven amante se desentendió de su fértil esperma. Don Omar escribió lo de “pobre diabla llorando por un hombre que no vale un centavo” por esta señora.
Cabe señalar que en esta época también era delito ocultar el embarazo, porque la gente era muy propensa a abandonar a bebés en las iglesias y que pasaran así a tutela estatal, librándose ellos de los llantos nocturnos de las criaturas.
Cuando ya no podía justificar el crecimiento de su tripa con unos gasecillos, se retiró a los bosques hasta que llegara el gran día —apuntemos que esta historia, pese a ser verídica, también tiene mucho de leyenda callejera—. Cuando fue a parir resultó que el bebé estaba muerto.
Foto actual del emplazamiento exacto de la horca en Grassmarket. A la izquierda estarían los bares.
Maggie se dispuso a deshacerse del mini cadáver a orillas del río Tweed, donde fue sorprendida por un espontáneo a caballo que no dudó en delatarla. Los hombres fueron su ruina, la verdad.
Fue detenida y posteriormente juzgada en Edimburgo por un poco de todo: adulterio, ocultación del embarazo, infanticidio… Veredicto: horca.
El 2 de septiembre de 1724, Maggie fue ahorcada en una ejecución pública en Grassmarket. Tras una peleíta por la posesión del cuerpo entre estudiantes de medicina vs. amigos y familiares de Maggie, el cuerpo fue colocado en un ataúd para llevárselo a Musselburgh, su localidad natal.
Parece que las andanzas de Maggie terminan aquí, pero no. Cuando se la estaban llevando, el ataúd comenzó a emitir sonidos. Mala hierba nunca muere. Al descubrir la gente estupefacta que Maggie no había muerto, se la volvieron a llevar a la horca.
Cuando ya le habían dado de nuevo el tradicional chupito de whisky de despedida, un estudiante de derecho que había ido a echar el día a ver las ejecuciones, exclamó que según las leyes escocesas no se podía condenar a alguien dos veces por el mismo delito. A Maggie la habían condenado a la horca, y horca le habían dado.
Recreación del lugar de la horca. Lo del fondo es el actual pub Maggie Dickson
Gracias a aquel muchacho, Maggie no sólo se libró de la muerte. Recordemos que en la Escocia del siglo XVIII el matrimonio sólo se contemplaba hasta que la muerte les separara, y como a ella ya se la había declarado muerta durante un ratito, consiguió algo así como el divorcio de su marido, pudiendo volver a casarse con el estudiante de derecho que la salvó de la horca y procrear legalmente con él.
Afortunadamente en la Escocia del siglo XXI puedes divorciarte, vivir sola, ser madre soltera e incluso abandonar a tu marido si así lo deseas. Tampoco te van a matar por ser adúltera, aunque sigue sin estar muy bien visto.
También es verdad que las penas de horca estuvieron a la orden del día hasta 1964 —para que os hagáis una idea, Brad Pitt nació ese año—, pero ya no se colgaba a los malhechores en Grassmarket en pleno centro de la ciudad, sino que se hacía en petit comité.
Curiosidad y terminamos: cuando las ejecuciones se celebraban en Grassmarket, las masas domingueras que acudían a disfrutar del espectáculo se tenían que mantener hidratadas. Los refrigerios los proveía en aquellos tiempos un pub llamado “The Last Drop”. Actualmente, este pub sigue ofreciendo whiskitos y cerveza, junto a otro pegado a él, llamado “Maggie Dickson”, en honor a nuestra medio colgada.
Esta historia se sitúa allá por el siglo XVIII, concretamente en 1720. Y su protagonista Maggie Dickson, es conocida a causa de las múltiples desgracias que acontecieron durante su vida.
Maggie Dickson era una chica de Edimburgo, de clase media. Se casó a temprana edad con un pescador que le prometió una vida relativamente buena y estable, pero el hombre con el que se casó no la amaba realmente y terminó por abandonarla.